Los principios precedentes ayudan a ver lo desesperadamente difícil que sería reformar el sistema industrial como para prevenirlo del estrechamiento progresivo de nuestra esfera de libertad. Ha habido una tendencia consistente, retrocediendo al menos a la Revolución Industrial, en el fortalecimiento del sistema con ayuda de la tecnología a un alto coste de libertad individual y local. Por tanto cualquier cambio diseñado para proteger la libertad de la tecnología, sería contrario a la tendencia fundamental en el desarrollo de nuestra sociedad. Consecuentemente, tales cambios serían transitorios pronto serían sumergidos por la corriente de la historia o, si fueran lo suficientemente gran des como para ser permanentes, alterarían la naturaleza de toda nuestra sociedad. Esto por el primer y el segundo principio. Además desde que la sociedad fuera alterada de una manera que no puede predecirse de antemano (tercer principio) habría un gran riesgo. Cambios suficientemente grandes como para hacer una diferencia duradera en favor de la libertad no se iniciarían porque desorganizarían gravemente el sistema. Así que cualquier tentativa de reforma sería demasiado tímida como para ser efectiva. Incluso si se iniciaran cambios lo suficientemente grandes como para conseguir una diferencia duradera, se eharían atrás cuando sus efectos desorganizadores se hicieran aparentes. Así cambios permanentes en favor de la libertad pueden atraerse sólo por personas preparadas para aceptar alteraciones radicales, peligrosas e impredecibles de todo el sistema. En otras palabras, por revolucionarios, no por reformistas.
La gente ansiosa por rescatar la libertad sin sacrificar los supuestos beneficios de la tecnología sugerirán ingenuos esquemas para alguna nueva clase de sociedad que reconcilie la libertad con la tecnología. Aparte del hecho de que la gente que hace sugerencias rara vez propone algún término medio práctico por la que la nueva forma de sociedad pueda ser levantada en primer lugar, se sigue del cuarto principio que incluso sin la nueva forma de sociedad pudiera ser en principio establecida, puede colapsarse o dar resultados muy diferentes de aquellos esperados.
Así que, incluso en terrenos muy generales, parece improbable que se pueda encontrar alguna forma de cambio social para reconciliar la libertad con la tecnología moderna. En las siguientes secciones daremos razones más específicas para concluir que libertad y progreso tecnológico son incompatibles.