No todo el mundo en la sociedad tecnológico-industrial sufre problemas psicológicos. Alguna gente incluso declara estar bastante satisfecha de la sociedad tal y como es. Ahora discutiremos alguna de las razones de porque la gente difiere tanto en su respuesta a la sociedad moderna.
Primero, sin duda hay diferencias en la intensidad del impulso por el poder. Personas con un impulso débil pueden tener relativamente poca necesidad de atravesar el proceso de poder, o al menos relativamente poca necesidad de autonomía en el proceso de poder. Estos son tipos dóciles que hubieran sido felices en una plantación de negritos en el Viejo Sur. (No queremos burlarnos de las «plantaciones de negritos» del Viejo Sur. A su apreciación, la mayoría de los esclavos NO estaban contentos con su servidumbre. Nos burlamos de la gente que ESTÁ contenta con la servidumbre).
Alguna gente puede tener un impulso excepcional por perseguir lo que satisface su necesidad por el proceso de poder. Por ejemplo, aquéllos que tienen un impulso inusualmente fuerte por la posición social pueden pasar toda su vida subiendo de escala social sin cansarse nunca con ese juego.
La gente varía en la susceptibilidad a los anuncios y a las técnicas de mercado. Algunos son tan susceptibles que, incluso si ganan gran cantidad de dinero, no pueden satisfacer su constante deseo por los nuevos y relucientes juguetes que la industria de mercado pone ante sus ojos. Por lo que siempre se sienten financieramente oprimidos, incluso si sus ingresos son grandes. Y sus deseos se ven frustrados.
Otros tienen una susceptibilidad baja a los anuncios y técnicas de mercado. Son la gente que no está interesada por el dinero. Las necesidades materiales no cumplen su necesidad por el proceso de poder.
La gente que tiene una susceptibilidad media a los anuncios y a las técnicas de mercado son capaces de ganar el suficiente dinero como para satisfacer su deseo de bienes y servicios, pero sólo al coste de un esfuerzo serio (haciendo horas extras, teniendo un segundo trabajo, adquiriendo promociones, etc). Así las adquisiciones materiales cumplen su necesidad por el proceso de poder. Pero no se sigue necesariamente que sus necesidades estén completamente satisfechas. Puede que no tengan suficiente autonomía en el proceso de poder (su trabajo puede consistir en seguir órdenes) y algunos de sus impulsos pueden ser frustrados (ejemplo, seguridad, agresión). (Somos culpables de simplificar demasiado en los párrafos 80-82 porque asumimos que el deseo de adquisiciones materiales es enteramente una creación de los anuncios y de las técnicas de mercado. Por supuesto no es así de simple). (Ver párrafo 63).
Alguna gente satisface en parte su necesidad por el proceso de poder identificándose con una organización poderosa o con un movimiento de masas. El poder o las finalidades que le faltan a una persona se unen a un movimiento o a una organización, adopta sus finalidades como propias, y trabaja por ellas. Cuando se consigue alguna de las finalidades, la persona, incluso si su esfuerzo ha jugado sólo una parte insignificante en la consecución de estas, se siente (por su identificación con el movimiento o con la organización) como si hubiera atravesado el proceso de poder. Este fenómeno fue explotado por los fascistas, por los nazis y por los comunistas. Nuestra sociedad también lo usa, aunque menos cruelmente. Ejemplo: Manuel Noriega era irritante para los EE.UU. (finalidad: castigar a Noriega). Los EE.UU. invaden Panamá (esfuerzo) y castigan a Noriega (consecución de la finalidad). Los EE.UU. atravesaron el proceso de poder y muchos americanos, por.su identificación con los EE.UU., lo hicieron indirectamente. Por consiguiente el dilatado público está conforme con la invasión de Panamá; lo que da a la gente una sensación de poder. (No estamos aprobando o desaprobando la invasión de Panamá. Sólo la usamos para ilustrar un punto). Vemos el mismo fenómeno en ejércitos, corporaciones, partidos políticos, organizaciones humanitarias, movimientos religiosos o ideológicos. En particular los movimientos izquierdistas tienden a atraer gente que está buscando satisfacer su necesidad por el poder. Pero para mucha gente la identificación con una gran organización o un movimiento de masas no satisface por completo la necesidad por el poder.
Otra manera en que la gente satisface su necesidad por el proceso de poder es a través de necesidades sustitutorias. Tal y como explicamos en los párrafos 38-40, una actividad sustitutoria es una actividad que va directamente detrás de una finalidad artificial, que la persona persigue por la razón del «reconocimiento» que consigue por perseguir dicha finalidad, no porque necesite alcanzarla en sí misma. Por ejemplo, no hay un motivo práctico para desarrollar músculos enormes, golpear una pequeña pelota dentro de un agujero o adquirir una serie completa de sellos de correos. Sin embargo mucha gente en nuestra sociedad se consagra con pasión al culturismo, al golf o a la filatelia. Alguna gente es más «manipulable» que otra y por eso darán más importancia a actividades sustitutorias simplemente porque la gente de su alrededor las trata como importantes o porque la sociedad les dice que son importantes. Es por eso por lo que alguna gente se pone muy seria sobre actividades esencialmente triviales como el deporte o el *bridge, o el ajedrez, o los ejercicios de arcanos eruditos, mientras que otros que tienen la vista más clara nunca ven estas cosas como algo más que las actividades sustitutorias que son, consecuentemente nunca les asignan suficiente importancia como para satisfacer en esa dirección su necesidad por el proceso de poder. Esto nos recuerda que en muchos casos la forma de una persona de utilizar una vivencia es también una actividad sustitutoria. No una actividad sustitutoria PURA desde que parte del motivo para la actividad es adquirir necesidades físicas y (para algunas personas) posición social y las suntuosidades que los anuncios les hacen querer. Pero bastante gente pone en su trabajo mucho más esfuerzo del necesario para ganar todo el dinero y la posición que requieren, y este esfuerzo extra constituye una actividad sustitutoria. Este, junto con la inversión emocional que lo acompaña, es una de las fuerzas más potentes que actúan hacia el continuo desarrollo y perfeccionamiento del sistema, con consecuencias negativas para la libertad individual (ver párrafo 131). Especialmente, para los científi-cos e ingenieros más creativos, cuyo trabajo tiende a ser en gran parte una actividad sustitutoria. Este punto es tan importante que merece un.debate propio, que abordaremos en un momento (párrafos 87-92).
En esta sección hemos explicado cuanta gente satisface su necesi-dad por el proceso de poder en la sociedad moderna en mayor o menor extensión. Pero pensamos que para la mayoría de la gente la necesi-dad por el proceso de poder no está totalmente satisfecha. En primer lugar, aquellos que tienen un impulso insaciable por la posición social, o aquellos que se sienten firmemente «enganchados» a una actividad sustitutoria, o los que se identifican lo suficientemente fuerte con un movimiento o una organización para satisfacer su necesidad por el poder de esa forma, son personajes excepcionales. Otros no están satisfechos con las actividades sustitutorias o con la identificación con una organización (ver párrafos 41, 64). En segundo lugar, el sistema impone demasiado control a través de regulaciones explícitas o de la socialización, lo que resulta en una deficiencia de autonomía, y en frustración debida a la imposibilidad de conseguir ciertas finalidades y la necesidad de reprimir demasiados impulsos.
Pero si la mayoría de la gente en la sociedad tecnológico-industrial estuviera satisfecha, nosotros (FC) aún nos opondríamos a esta forma de sociedad, porque (entre otras razones) lo consideramos rebajarse para realizar la propia necesidad por el proceso de poder a través de actividades sustitutorias o a través de la identificación con una organi-zación, antes que a través de la persecución de finalidades reales.